¡¡Buenas tardes viajeros!! ¿Qué tal vuestra semana santa? La mía la verdad que ha sido muy tranquilita dado que la primavera aún con sus lluvias ha llegado pisando fuerte. Pero bueno, no por eso dejamos de viajar y de recorrer el mundo cada semana. Italia. Llena de arte, llena de gozo, llena de cultura, llena de vida. No sé por qué me da que ya os habéis dado cuenta que yo por Italia siento pasión... Ojalá algún día pueda disfrutar de ella y de todos sus rincones en primera persona.
Aún que Italia es absolutamente bella allá por donde la mires me ha parecido a bien comenzar por una de sus ciudades más características. Digo más características por su puesto siempre aparte de las popularmente conocidas.
Esta ciudad, como toda Italia, goza de un valor cultural importante dado que hay conocimiento de ella desde el siglo I A.C. Con la caída del imperio esta ciudad cae bastante en el abandono siendo en el siglo XII cuándo comienza poco a poco a despegar. Fue necesaria la llegada del imperio de los Carraresi a la ciudad para que esta se viera en su máximo apogeo en todo sus exponentes allá por el siglo XIV/XV. Esta "felicidad" duró casi un siglo dado que es en el siglo XV cuándo esta cuidad es sometida por los mandos de Venecia pero eso sí, sin parar su ritmo cultural en ningún momento. La economía de la antigua Padua estaba mayormente marcada por el "curso" del agua. El río Brenta y Bacchiglione eran los grandes responsables de mantener la riqueza de la ciudad dado que gracias a ellos funcionaban molinos y conectaban la ciudad con otras ciudades cercanas por ejemplo Venecia la cuál se encuentra a unos 40 kilómetros al oeste aproximadamente.